Convertido en una «moda peligrosa» entre los jóvenes, el uso del piercing es un tema que preocupa a los especialistas por las complicaciones, tanto locales o generales, que puede traer para la salud de aquellos que deciden «perforar un tejido del cuerpo, es decir, la piel y capas adyacentes, con el propósito de insertar un objeto metálico (arete u otro) que le sirva de adorno con diversos fines; ya sea para dar cierto carácter distintivo de marginalidad, rebeldía, religión o membresía de un determinado grupo; para incrementar el placer sexual, o simplemente, para estar al día en lo que se usa (la moda del “body art”)».
Así lo alertan María Regla Rosell Pedroso, Odetty Blanco Rosell, Reina Maritza Valdés Campanioni, Josefa Del Carmen Mendoza Fernández, Juana Ivet Aleaga Andino, y Carmen Gloria Valverde Clavel, en su artículo ¡Uso del piercing, moda peligrosa en la juventud!, recientemente publicado en la Revista de Investigaciones Medicoquirúrgicas, en el número uno de enero-junio del 2017, volumen 9; y disponible en la Red de Salud de Cuba, Infomed.
Derivado del inglés piercing, la palabra piercing significa atravesar, perforar, agujerear, refiere el artículo, que menciona que dichas perforaciones y agujeros suelen realizarse en partes del cuerpo como las cejas, la nariz, las orejas, los labios, la lengua, el ombligo y los genitales, entre otras.
«Así, este procedimiento, también denominado “el arte en el cuerpo” se ejecuta en forma de tatuajes y artículos de joyería, que se usan en regiones anatómicas no tradicionales con una intención cosmética o una connotación sexual, es decir: aumentar el placer en el sexo, aunque en algunos casos se utiliza para producir dolor, presumiblemente por razones sadomasoquistas», explica el texto.
Si bien, comentan las especialistas, «resulta imposible establecer en qué momento exacto apareció el piercing en la historia de la humanidad», lo cierto es que su origen es tan antiguo como la misma piel.
Lo que resulta actualmente preocupante—subraya la publicación— «es que estos aditamentos, en su mayoría, son colocados por personas que no tienen los conocimientos necesarios para resolver las complicaciones y reacciones adversas, que pueden ser graves», frente al gran número de jóvenes que hoy usan estos accesorios «lo cual no puede pasar inadvertido, por todos los riesgos que esa preferencia implica», dice el artículo.
Por ejemplo, los especialistas calculan que al menos una de cada cinco personas que se perforan la boca, sufrirá un problema de afección bucal.
«De manera general, queda claro que la inserción de una pieza en el organismo ha de realizarse con instrumentos estériles y en condiciones asépticas, pues enfermedades como el sida, la tuberculosis y la hepatitis B, C, D y G pueden transmitirse por la reutilización del material sin la esterilización adecuada», advierte el texto.
Las complicaciones tras la colocación de un piercing pueden ser numerosas y entre estas las autoras mencionan las lesiones vasculares, inflamación, dolor, sialorrea, infecciones locales así como la bacteriemia, transmisión de enfermedades, endocarditis, y angina de Ludwing.
Asimismo, advierten, pueden aparecer «la alergia a los metales, traumatismos y fracturas dentarias, alteraciones periodontales, acúmulo de placa bacteriana y cálculo, malposiciones dentarias, aspiraciones, ingestiones, corrientes galvánicas, alteraciones del habla, masticación, deglución, hiperplasias y epitalización de la superficie del piercing, bloqueo de las vías aéreas por severa inflamación de la lengua, quistes, abscesos y tumores, aumento del flujo salival, cicatrices, interferencia con pruebas de rayos X, hemorragias, perforación de un nervio, alteraciones en la cicatrización, desgarros, edema de la glotis e incluso pérdidas de piezas dentales».
Pero, alertan las autoras, el caso puede ser aún más grave en aquellos adolescentes con problemas cardíacos «que no toman ninguna prevención de antibióticos antes de la perforación e ignoran las posibles complicaciones como la endocarditis infecciosa».
Asimismo, sostienen que si bien las complicaciones alérgicas son raras, se pueden agravar algunas afecciones como la esclerodermia «de manera que en estos casos la implantación estaría contraindicada».
Cuando se colocan estos aditamentos en el cartílago nasal, se puede ocasionar la perforación del tabique o la necrosis de la pared nasal externa, alertan las autoras. Tampoco, explican, es recomendable la implantación intraocular sobre el puente nasal. «Es una zona de paso de distintos fascículos vasculonerviosos, además puede dar lugar a la depilación de esta».
«Otra complicación, a la larga, del piercing en la ceja es el aumento de laxitud o debilidad de los tejidos, que pueden llegar a caer sobre el párpado ocasionando molestias en la visión normal. No hay que olvidarse de la posibilidad de infección infraorbitaria por proximidad. La implantación debe realizarse en la mitad externa de la ceja para evitar las estructuras fasciculares, al igual que en al caso del puente nasal», subraya el artículo.
Al mismo tiempo, las autoras ofrecen una serie de recomendaciones como «la irrigación de la herida dos veces al día, girando al mismo tiempo la pieza en varios sentidos, que garantizan un mejor restablecimiento», tras la colocación del piercing.
Los cuidados en la zona oral estarían encaminados a lavarse las manos con jabón neutro o antibacterial, cepillarse los dientes y lengua, enjuagarse con solución bucal antibacterial, chupar hielo los primeros dos días para desinflamar, enjuagarse después de cada comida, cigarro, dulce, etc; evitar irritantes que retarden la cicatrización (tabaco, alcohol, grasa, etc.), y limpiarse tres veces al día. Todas estas medidas higiénicas en su mayoría no se utilizan.
«Cuando un paciente consulte acerca de la posibilidad de colocarse un piercing, deberá ser informado de las posibles complicaciones según el lugar de implantación y de las medidas que deberá adoptar ante ello», insisten las especialistas, quienes consideran que orientar a los jóvenes y explicarles los riesgos que para la salud ocasionan estos objetos es fundamental.
Es una moda, y quien decida llevarla debe ser consciente de que es peligrosa.