Nacer antes de “tiempo” y el reto de vivir

Samuel Alejandro ya cumplió sus dos años y es un niño completamente sano. Su padre, Edel Jesús Mazola Pérez lo dice con orgullo indescriptible; con la certeza de quien ganó la mejor de las batallas: aquella que se libra por la vida.

Porque Samuel —nos cuenta— fue un niño prematuro. “Nació a los siete meses, con apenas una libra y media de peso, en estado muy crítico, con hipoglucemia y sepsis generalizada; y no pensé que se salvaría”. Es entonces cuando ha­bla de la excelente atención que recibió en el hospital Gineco Obs­tétrico Profesor Eusebio Her­nán­dez, conocido popularmente como Ma­ter­nidad Obrera, y de su servicio de terapia intensiva.

Recuerda esas 17 noches sin dormir, el desvelo y la incertidumbre y la difícil prueba de convertirse no solo en papá, sino también en mamá; por esas jugarretas del destino. “No tuve tiempo casi para dedicarme al dolor, fue un reto difícil.

Pero hay algo que me reconforta y es que mi hijo siempre estará ligado a mí, porque el primer calor de la vida se lo pude dar yo.

“Los médicos me preguntaron si estaba dispuesto a quedarme con el niño en los cuidados piel a piel, para ayudarlo a aumentar de peso. Nunca se había hecho en el hospital solamente con la participación del papá, y sería yo quien tendría que estar pendiente, darle las vitaminas, alimentarlo, cambiar sus pañales.

“Tenía que tratar de tenerlo el ma­yor tiempo posible sobre mi pecho, adivinar por qué lloraba. Consideré más a la mujer, pensé en las madres, en el sacrificio que implica estar a cargo de los hijos y crecí como padre. Aprendí a ser responsable”, cuenta.

Sin vacilación acepta que por mo­mentos creyó que no lo lograría. “La primera noche fue la más difícil, y hasta estuve a punto de decirle a mi mamá que me sustituyera; pero estar con mi hijo piel a piel era una experiencia maravillosa.

“Tuve la ayuda constante e incon­dicional del personal médico, que nos dieron la mejor de las atenciones”.

Esta pudiese ser la historia de cualquiera de los niños que nacen antes de las 37 semanas de gestación en Cuba, que en los últimos años ha mantenido el índice de prematuridad alrededor del 5,5 % de los nacimientos y ha logrado reducir el ín­dice de bajo peso al nacer hasta un 5,6 %, se­gún estadísticas oficiales de Salud.

Alrededor de unos 15 millones de bebés na­cen en el mundo antes de llegar a término, es decir, más de uno por cada diez nacimientos y más de un mi­llón de niños prematuros mueren ca­da año debido a complicaciones en el parto. Entre los que sobreviven existen altas probabilidades de que sufran algún tipo de discapacidad de por vi­da, relacionadas fundamentalmente con el aprendizaje y problemas motores, visuales y auditivos.

De acuerdo con el criterio de los ex­pertos, estos bebés presentan una muy alta morbilidad y mortalidad en los primeros 28 días de vida, pero su condición es un elemento de elevado riesgo para enfermar y morir antes de los cinco años de edad.

PREMATURIDAD EN CUBA
“El sistema nacional de salud realiza extraordinarios esfuerzos para in­crementar la sobrevida de los bebés pretérminos y su incorporación a la sociedad con una mejor calidad de vida; ello ha permitido incrementar la sobrevida de estos niños, del 50 % a principios de la última década hasta alcanzar en el 2013 un 85 %”, se­ñaló a Granma la doctora Elizabeth de la Ca­ridad López Gon­zález, especialista de primer grado en Neonatología.

Según la especialista, el Programa de Aten­ción Materno Infantil del Mi­nisterio de Salud Pública ha implementado acciones dirigidas a la prevención de este problema de salud.

En ese sentido, mencionó que las parejas además de decidir cuándo, con quién y cuántos hijos tener, pueden solicitar la evaluación de sus riesgos reproductivos antes de pla­nificar un em­barazo, garantizándoseles la atención especializada mul­­tidis­ci­pli­naria para la modificación de los mismos, incluyendo el asesoramiento ge­nético. “De esta forma se inicia la prevención de las complicaciones ma­terno perinatales derivadas del parto antes del término; y por consiguiente de futuras discapacidades”, subrayó.

Tomando en cuenta el desplazamiento de la fecundidad hacia edades por encima de los 35 años, la entrevistada refirió que se priorizan acciones preventivas desde la infancia para re­ducir las enfermedades crónicas no transmisibles, mediante la promoción de hábitos nutricionales y estilos de vida saludables.

“Aquellas mujeres que padecen por ejemplo de hipertensión arterial o diabetes son dispenzarizadas por su médico de familia desde antes de decidir procrear y son remitidas a interconsultas con cuantas especialidades se requieran, para lograr su control”.

La doctora López González también precisó que durante la gestación son evaluadas aquellas condiciones asociadas al elevado riesgo de parto prematuro, por lo que las embarazadas son objeto de pesquisa de infecciones uroge­nitales.

Asimismo, “cuando existen antecedentes de parto anterior pretérmino o abortos se descartan mediante cervicometría (ultrasonido transvaginal que permite realizar mediciones de la longitud y diámetro del canal y orificios cervicales) para determinar sus condiciones alrededor de las 20 se­manas y decidir conductas preventivas; entre ellas la administración de progesterona, el reposo o el ingreso en hogares maternos”, dijo.

A las gestantes de 26 semanas y más, con em­barazos múltiples o con otros riesgos de parto pre término, se les  administran inductores de la ma­duración pulmonar fetal para prevenir la enfermedad de membrana hialina, frecuente en la prematuridad.

“Existe un cuidado perinatológico protocolizado donde se atienden las gestantes con patologías crónicas asociadas al embarazo, patologías inducidas por la gestación, alteraciones en el crecimiento fetal o en la inserción placentaria, las cuales de no estar controladas pueden determinar por decisión médica y en beneficio materno la terminación del embarazo antes del término”, agregó la especialista.

Comentó que cuando el parto prematuro es inminente, las gestantes son derivadas a centros de referencia especializados (salas de cuidados ma­terno fetales perinatales) y el parto es realizado por especialistas de obstetricia entrenados y con participación de neonatólogos en el salón, el cual es habilitado para su recibimiento especializado con el objetivo de facilitar el tránsito a la vida extrauterina en las mejores condiciones.

“Todos los recién nacidos pretérmino son atendidos en salas de cuidados intensivos neonatales, debidamente equipadas y con los me­dicamentos ne­cesarios para enfrentar exito­samente las complicaciones. Entre ellos la ad­ministración de surfactante exógeno para el tratamiento de la in­madurez pulmonar, apo­yo ventilatorio, inicio de la alimentación inmediata, control estricto de la temperatura y la hu­medad de la incubadora y la reducción del estrés condicionado por dolor y factores ambientales co­mo el ruido, la luz, y la manipulación. El se­guimiento especializado y los cuidados de enfermería disminuyen las al­te­ra­ciones articulares y musculares en estos ni­ños”, explicó.

El Programa de Atención Materno Infantil cuenta con acciones dirigidas a la prevención de las patologías re­sultantes de la atención in­ten­siva que generan discapacidad, como es el programa de prevención de la retinopatía de la prematuridad.

Los bebés pretérminos son pesquisados me­diante oftalmoscopia indirecta y tra­­ta­dos con láser para evitar ceguera infantil; además se les realizan pruebas auditivas para pesquisar la hipoacusia y rehabilitarlos oportunamente, y pesquisaje de malformaciones o com­pli­ca­cio­nes a través de ultrasonido de cráneo o ab­do­men”, señaló.

De igual modo —puntualizó la en­tre­vis­tada— el médico de familia mo­nitorea y evalúa el desarrollo psicomotor durante los primeros años de vida y si se detecta alguna desviación, estos niños y niñas se benefician de un programa de estimulación temprana en servicios in­tegrales de rehabilitación, con participación de defectólogos, fisiatras, licenciados en cultura física, neurólogos, audiólogos, lo­gopedas, of­tal­­mólogos y trabajadores sociales, entre otros es­pecialistas”.

La doctora López González, explicó que se han ejecutado actividades de preparación y capacitación de los especialistas, médicos y enfermeras en los 42 servicios de neonatología del país, para con sus cuidados disminuir las agresiones que el medio extrauterino provoca en estos pacientes, con énfasis en el apoyo y la preparación para el cuidado por parte de la fa­milia.

Al respecto, mencionó que a patir del año 2000, en Cuba se incorporó el método madre canguro, que ha venido a revolucionar el cuidado de estos pacientes a través de la participación activa de los padres. Este se inicia desde antes del nacimiento y se extiende más allá de su permanencia en la unidad de cuidados in­tensivos.

LA MEDICINA DEL AMOR
Este rotativo pudo comprobar ex­periencias como la mencionada an­teriormente en su visita al hospital Gi­neco Obstétrico Profesor Eu­sebio Hernández.

Allí, piel a piel, como también se le conoce a este método, Heydi Cruz cuida de sus dos be­bés, del mis­mo modo que Anais Valdés refugia en el pecho a su pequeño. Para ambas “es­ta es la mejor neonatología que hay”, dicen en señal de agradecimiento a los excelentes cuidados recibidos por su colectivo de trabajo.

La doctora Ivet Varona Cápira, jefa de terapia intensiva de la institución, explicó a Granma que “una vez que alcanzan el rango de peso entre los 1 500 y 1 800 gramos, pueden pasar a la sala piel a piel, que funciona como una ex­tensión de la terapia, donde todos los días los infantes se pesan, se les toma la temperatura, y son examinados por el médico. Se ha comprobado que en niños y niñas que dis­frutan de este método el incremento de peso diario es mucho mayor que cuando la madre está separada del bebé. Insistimos siempre en la importancia de la lactancia materna para el desarrollo saludable del pequeño.

“También se fortalece la relación ma­­­dre-hijo, se evitan mucho las infecciones y la recuperación materna es  más rápida. Hemos visto que mu­chas complicaciones como los trastornos de la temperatura, frecuentes en este ti­po de pa­cientes, así como las dificultades respiratorias o las hemorragias intracraneales, han ido disminuyendo con el método canguro”.

Los niños prematuros, señaló, tienen que venir a consulta una vez al mes hasta que cumplen el año de vi­da, una vez cada dos meses hasta el año y medio, y una vez cada tres me­ses hasta los dos años.

En Cuba, muchos de ellos —gracias a los cuidados y el desvelo de profesionales como los de esta sala de terapia intensiva—, hoy son ni­ños felices y saludables, como el pe­que­ño Sa­muel, del principio de esta historia.