Dr.C. Vivian Rosario Mena Miranda: El Hospital Universitario “General Calixto García”, ubicado en el corazón de La Habana, Cuba, no es solo un centro de atención médica; es un símbolo de excelencia académica, compromiso humano y dedicación a la salud pública. Haber sido estudiante de esta institución icónica marcó no solo mi formación como médica, sino también mi filosofía de vida y mi vocación como educadora.
Una cuna de conocimientos y valores
Entrar al “Calixto García” como estudiante es adentrarse en un legado histórico de más de un siglo. Las aulas y pasillos de este hospital han sido testigos de generaciones de profesionales que han dejado huellas imborrables en la medicina cubana e internacional. Allí, rodeados de la riqueza cultural y académica de La Habana, aprendimos que la medicina no solo es ciencia, sino también arte, empatía y humanidad. Cada clase, cada guardia y cada paciente atendido durante mi formación fueron oportunidades para crecer como profesional y como ser humano. En el “Calixto García”, los estudiantes no solo aprenden a diagnosticar y tratar enfermedades; también se forman en el respeto por la vida y la dignidad de cada persona que cruza las puertas de sus servicios.
Experiencias que moldean una vocación
Mis días como estudiante estuvieron marcados por la dedicación de los profesores que, con rigor y pasión, transmitieron su conocimiento y experiencia. Recuerdo con especial admiración las interminables noches de guardia, donde la práctica clínica se convertía en una escuela de vida. Estas vivencias me enseñaron que, en la medicina, el sacrificio y la entrega son indispensables para alcanzar la excelencia. El Hospital Universitario “General Calixto García” me brindó la oportunidad de enfrentar casos clínicos complejos desde el inicio de mi carrera. Esta exposición temprana a situaciones reales de salud no solo fortalecía nuestro aprendizaje técnico, sino que también nos preparaba emocionalmente para las demandas de la profesión.
De estudiante a profesora: un ciclo que se completa
Con el paso del tiempo, regresar al “Calixto García” como profesora fue una experiencia profundamente enriquecedora. Enseñar en las mismas aulas donde un día fui estudiante significó cerrar un ciclo y devolver a la institución algo de lo mucho que me dio. Guiar a nuevos médicos en formación es una responsabilidad inmensa y un privilegio que he asumido con orgullo y compromiso. Enseñar no solo implica compartir conocimientos, sino también inspirar a las nuevas generaciones a mantener vivos los valores que hacen de este centro un referente en la medicina. La experiencia como docente me ha permitido aprender de mis estudiantes, reafirmando que la medicina es una ciencia en constante evolución que requiere humildad y adaptabilidad.
Un legado que trasciende generaciones
El “Calixto García” no es solo un hospital o una escuela; es un templo del saber médico y un hogar para quienes hemos tenido el privilegio de formarnos en sus pasillos. Ser parte de su historia es llevar en el corazón un compromiso con la excelencia, la humanidad y el servicio a los demás. Hoy, como Doctora en Ciencias Médicas, Profesora Titular, Investigadora Titular, Especialista de 1er y 2do Grado en Pediatría y Especialista de 2do Grado en Terapia Intensiva Pediátrica y Emergencias, me siento profundamente agradecida y orgullosa de haber sido formada en esta institución. Cada logro profesional y cada vida que he tocado en mi carrera llevan la marca indeleble del “Calixto García”, un lugar donde la medicina y la humanidad convergen para transformar vidas.
Ser parte del legado del “Calixto García” es un honor que atesoro con humildad y que me motiva a seguir trabajando para contribuir al bienestar de las personas y al avance de la medicina, siempre recordando el origen de mi vocación y los valores que me fueron inculcados en esta insigne institución.
Dra. Isandra Alfonso Graña: Me siento orgullosa de haberme formado en la Facultad de Ciencias Médicas “Calixto García” ya que, primero, es una institución hospitalaria que tiene una historia vasta, exquisita, de los grandes profesionales que se han formado y de los cuales uno ha aprendido, en conocimientos, en valores y calidad humana, con alta sensibilidad, en destreza, habilidades, pensamiento lógico, en ejemplo de superación. En mi experiencia personal aquí me formé como enfermera primero, como doctora y como especialista, es mi escuela, la que me guió desde los primeros pasos. De ella hoy estoy eternamente agradecida por cada profesor que forjó mi camino, por cada consejo, por cada enseñanza. Y digo que soy calixtera 100 por ciento.
Exhorto a las nuevas generaciones de galenos en formación a que no olviden que la medicina es una carrera humanista, en la cual hay que tener vocación, convicción, sentirse en el lugar de ese paciente que nos llega con su dolencia y que busca esa mejora, pero más que todo, que cuando se establezca un rapport médico -paciente, se sientan conectados con nosotros y sientan que fueron escuchados, atendidos y que ese amor, confianza, transparencia y paz les permita sentirse a gusto y podamos ver su sonrisa de agradecimiento en tan noble labor que realizamos día a día por ellos.
Dra. Elita Luis Pérez: Ser calixtero es un aspecto más a tenerse en cuenta para el currículum y para la vida. El estudiante de medicina y por ende, el médico formado en el “Calixto García”, se distingue, tiene un orgullo integrado por la historia social, política, científica y humana, que a través de la historia se ha integrado a nuestras vidas... ¡¡¡Siempre se pertenece al Calixto!!! Se vive la vida paralela a su historia,los que estudiamos en ese Hospital Universitario, contamos con la herencia legada por todos los grandes de la medicina cubana que han pasado por allí , que aun están allí, una generación va siendo continuidad de la otra con sus mismos principios y sus mismos códigos.
Fui alumna de Francisco Lancis, de Antonio San Martín Marichal, de Fidel Elizastegui, de Raymundo Llanio, de profesores que son paradigmas de la educación médica cubana y que llevaba a mi casa sus enseñanzas para la vida. Es un orgullo, un compromiso, una oportunidad, una dote de prestigio, es montarse en un viaje que termina con la vida y que podría terminar con: ¡¡¡Aqui yace una Calixtera!!!