Difícilmente pudo suponer Hans Selye cuando introdujo el concepto de “stress” en las Ciencias Biológicas, que el mismo se iba a expandir tan rápido y con tanta intensidad no sólo a las Ciencias Sociales y Humanistas y en particular a la Psicología, sino al lenguaje popular en la propia vida cotidiana de millones y millones de personas alrededor del mundo.