“Lo que importa no es solo que las personas vivan muchos años, sino que vivan bien, que se sientan bien, que se sientan saludables, que se sientan atendidos, que se sientan seguros, que se sientan dignos.” Fidel Castro Ruz
Cuando expresaba estas palabras, Fidel dejaba claramente sentado lo que sería un principio de la atención social y en materia de derechos para los cubanos: el respeto a la dignidad humana para todas y todos, y el derecho no solo a prolongar la vida, sino a hacerlo de una manera saludable.
Hoy, cuando el 19,8 % de la población cubana tiene 60 años o más, y continúa de forma acelerada el proceso de envejecimiento, estas palabras cobran más vigencia que nunca.
Premisas que, en función del completo bienestar de las personas, y entre estas los adultos y adultas mayores, imbrican más de una dimensión para interconectarse no solo con el ámbito de la salud, sino con la educación, seguridad, la convivencia y el resto de las aristas que componen nuestra cotidianidad en el entramado social.
Para hablar entonces de cuánto ha hecho Cuba por los mayores de casa hay que hablar pues de Fidel, de su desvelo por hacer de este país una nación de hombres de ciencia, con un sistema de salud gratuito, universal y accesible, sin distinción alguna.
Hay que hablar de que Fidel constituye un paradigma fundamental en la defensa de la educación cubana, artífice de la alfabetización y estímulo de las acciones que a lo largo de estos años la Mayor de las Antillas ha realizado a favor de la educación accesible para todos y para todas las edades.
Basta revisar cuántas Cátedras Universitarias del Adulto Mayor han cobrado vida dentro de las casas de altos estudios a lo largo del territorio nacional, una idea que próximamente cumplirá sus 18 años de convertirse en una realidad, defendiendo el principal objetivo del programa cubano de educación para las personas adultas: favorecer la educación continua y permanente de este sector de la población, con el objetivo de colocar al hombre y la mujer mayor a la altura de los cambios y novedades tecnológicas, sociales y científicas de este tiempo.
Fidel ha sido el principal precursor del programa de atención a las personas mayores cubanas en sus sistemas de protección en salud y seguridad social, lo cual ha garantizado altos indicadores de expectativa de vida de nuestro pueblo.
La esperanza de vida al nacer de la población cubana ya alcanza los 78,45 años; y es de 80,45 para las mujeres y 76,50 para los hombres.
Hay en el Comandante en Jefe, además, un ejemplo de una vida virtuosa y coherente en la defensa de los más altos valores a favor del desarrollo humano incluyente y protagónico, libre de discriminación por raza, género, edad y creencias, que han permitido el desarrollo social, integral y continuo a lo largo de toda la vida.
Un camino que ahora más que nunca habrá que seguir. Por primera vez en la historia de la humanidad conviven varias generaciones. Es un momento único. No hay que dejarlo pasar, porque estamos frente a una oportunidad.
Se trata del privilegio de vivir más, pero vivir mejor. Se trata de entender que en la vejez, la dignidad necesaria de la que hablaba el líder histórico de la Revolución Cubana, no es solo un asunto de los adultos mayores. Es un tema de todos: los adultos mayores, los adultos y los jóvenes, quienes a fin de cuentas seremos los viejos y viejas de mañana.